Cuando hacemos nuestro análisis plurianual de las cosechas para poder compararlas entre sí, hemos aprendido que las añadas frías son nuestras favoritas, sean ellas secas o húmedas, especialmente cuando nos referimos a lo que ocurre en el Valle de Uco. Esto es porque hemos podido comprobar con el tiempo, que los vinos de añadas frías son especialmente finos y más longevos en su capacidad de guarda que los vinos de añadas cálidas.
Ha habido añadas cálidas que nos han dado vinos maravillosos, algunos muy recordables como la 1999 o la 2006. Pero no comparables con los de la 2019, la gran añada fría de los últimos 30+ años.
También ha habido cosechas para el olvido en ambos polos climáticos, como las 2003 y 2017 entre las calurosas y 1998 o 2001 entre las frías.
¿Cómo se comportó el clima a lo largo del ciclo?
Comenzamos con un invierno con grandes nevadas en alta montaña, que llevaron el recurso hídrico de toda la provincia a niveles hace mucho tiempo no vistos, por ejemplo, es la primera vez en décadas que vemos al río Mendoza llevar tanta agua en su curso, cuando lo cruzábamos la primavera pasada lo veíamos con inusual caudal.
Ríos, canales y diques estuvieron sobre sus niveles máximos históricos. Los acuíferos recuperados y los derechos superficiales restablecidos con muy buenos caudales. Todo ello suponía abundancia temprana de agua y perfiles de suelo bien cargados al inicio de primavera.
Mientras tanto, en el llano tuvimos una sola nevada medianamente interesante.
Llegó la primavera con una serie de eventos poco usuales: dos heladas muy cercanas entre sí y prolongados vientos zonda en momentos fenológicos críticos: floración y cuaje.
La primera helada, de baja intensidad y duración (entre -0,5° y -1° y de una hora u hora y media de duración según zona) ocurrió la madrugada del 3 de Noviembre y se repitió el 11 de Noviembre de manera similar, ocasionando daños de mayor o menor proporción dependiendo también del lugar.
Zonas bajas del Valle de Uco y San Pablo, en la parte alta del Valle fueron los sectores más afectados.
Durante casi todo el mes de Noviembre hubo una verdadera maratón de zondas, como pocas veces ocurre, con tan larga duración e intensidad, generando daños en las viñas como rotura de brotes y pérdida de ápices, especialmente en viñedos con malla antigranizo, por el constante roce del extremo de los brotes en las mallas.
Muchos viñedos del Valle de Uco vieron afectados los rindes por ambos fenómenos, heladas tardías y viento zonda, con mermas del orden del 20 al 30% bajo su rinde histórico.
La primavera continuó seca, con bajo nivel de precipitaciones entre Octubre y Diciembre (solo 37 mm), lo cual colaboró con la muy buena sanidad en las viñas.
El verano comenzó con temperaturas agradables, pero a partir de la segunda quincena de Enero y durante casi todo el mes de Febrero, se presentó muy caluroso, con temperaturas máximas, medias y mínimas altas, las cuales se continuaron durante la primera semana de Marzo.
Hubo dos lluvias importantes, la primera en Enero, donde se registraron poco más de 50 mm y la más relevante, el 09 de Febrero, donde en solo 20 minutos cayeron entre 50 y 60 mm de agua, ocasionando especialmente en zonas como Gualtallary, daños importantes por la crecida en cauces aluvionales usualmente inactivos.
A pesar de estas lluvias -si consideramos en una zona donde tenemos muy buena información de pluviómetros como en el Monasterio de Gualtallary- el volumen acumulado de precipitaciones en la temporada estival (Diciembre-Marzo) fue bajo. Registramos 110 mm, podemos decir casi idéntico al frío 2019 (100 mm), inferior al 2021 (300 mm) y 2022 (170 mm) y algo por encima de los calurosos 2020 y 2023 (80 mm).
Entonces, en un año seco y cálido -podemos llamarlo también clásico- uno debiera esperar que la cosecha se adelante, pues bien, eso no ocurrió, sino que pasó lo contrario y se cosechó en fecha o más bien se atrasó.
¿Será esta vendimia 2024 capaz de igualar con grandes vinos a lo ocurrido en 2019, 2016 o 2013?
Ha sido una vendimia inusual, pero tendremos vinos muy especiales, comparables a los de las mejores añadas frías.
Tengamos confianza porque creo será la primer gran añada cálida de las últimas décadas.
Los porqués de esta aseveración
Para quienes cosechamos parcelas bien definidas, los años fríos distancian las fechas de cosecha entre las mismas, mientras que los años cálidos tienden a reunir a todas las parcelas en fecha cercana.
Este año, a pesar de los calurosos días de pre y post envero, las fechas de cosecha se atrasaron y las parcelas debieron cosecharse entre una y dos semanas más tarde de lo habitual y con poco intervalo entre ellas, siendo esto una manifestación más típica de año frío que de año cálido.
El verano pareció estirarse en el calendario y el 21 de Marzo no llegó el otoño, al menos para las plantas que en viñedos bien irrigados mostraban un verde muy lejano al estrés de año cálido: la planta seguía trabajando y obligaba a esperar un poco más.
La segunda manifestación de crecimiento de brotes en la temporada (la que ocurre cercana al envero, cuando se vuelve a ver verde nuevo en la planta por crecimiento de brotes secundarios) también se hizo más larga, entonces las plantas no solo concentraron su energía en madurar sus racimos, sino que también seguían generando crecimiento vegetativo.
Entonces, paradojalmente, esto se pareció más un año frío que caluroso, al juzgar por el comportamiento de las plantas.
Si ampliamos nuestra observación a otras especies arbóreas, pudimos ver como el otoño apareció con los primeros fríos de mediados de Abril. Las hojas en los árboles recién entonces comenzaron a ponerse amarillas para comenzar a caer.
El INV al momento en que escribo este reporte, aún no publica cifras definitivas de cosecha ya que hay aún Bodegas ingresando uvas.
Los vinos descubados se muestran muy finos, de aromas puros, excelente definición en boca, con muy buena densidad y en franco potencial de crecimiento en su entrada a crianza.
Encontramos tanto en blancos como en tintos mucha energía, muy buena expresión de lugar y la personalidad propia de una añada que entusiasma.